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Gunther von Hagens: el cuerpo vivo detrás de los cuerpos plastinados
Lorraine Krohnengold
 
“¿Por qué tanto interés en el cuerpo humano? Porque nuestro cuerpo es la única cosa que cargamos desde el momento que nacemos hasta nuestro último aliento.”
Dr. Roy Glover

Originalmente bautizado como Gunther Gerhard Liebchen cuando nació en Pozen, Polonia, en 1945, el hoy en día apodado “Doctor Muerte”, cansado de que ridiculizaran su apellido Liebchen que quiere decir “pequeño cariño”, adoptó el apellido de su primera esposa y madre de sus tres hijos, Cornelia von Hagens. Un hombre distinguido por su temprana precocidad, curiosidad e inventiva -producto quizás de una infancia repleta de sucesos y retos extraordinarios- Gunther von Hagens es el inventor de la plastinación del cuerpo humano y de animales que podemos actualmente admirar –porque raro es el espectador que no siente algún tipo de admiración- en el Universum de la ciudad de México, entre otras exhibiciones mundiales.

Buscando información anatómica en Youtube, fue que me encontré con sus vívidas, si bien plastificadas, clases de “Anatomía para Principiantes”, que se televisaron en Inglaterra para alumnos de medicina y para  todo aquél que literalmente  quiera meterse en las entrañas de nuestro vehículo de vida.

Aunque ya había visto la primera exhibición que se hizo en México hace algunos años llamada “Bodies Revealed” (“Cuerpos Revelados”), no se me había ocurrido pensar en quién estaba detrás de este maravilloso proyecto que además de revelar el cuerpo como nunca antes se había hecho   -frenando su descomposición y preservándolo para una “eternidad didáctica”- le da sentido a la indestructibilidad del plástico. Este hombre es “una mezcla entre Frankestein y Da Vinci”, como dice uno de sus entrevistadores. Pálido y cadavérico, con  voz de ultratumba pero una sonrisa alegre, divertida y vital,  desde hace más de 20 años usa un sombrero tirolés negro que no se quita literalmente ni para dormir (dicho por él) “porque me distingue como el ser único que soy, y en memoria de los anatomistas del siglo XVII, como se muestra en la famosa pintura de Rembrandt ‘La lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp’”, von Hagens ha  creado una tecnología de preservación del cuerpo utilizada, apreciada y polemizada mundialmente a partir de que salió a la luz por primera vez en Japón en 1995.



La ciencia en la sangre
Para escapar de la inminente invasión soviética a su tierra natal, a los cinco días de que naciera Gunther, sus padres lo escondieron en una canasta de ropa  sucia e iniciaron a carruaje una expedición hacia el oeste la cual duraría seis meses. La familia vivió durante una corta etapa en Berlín y sus alrededores hasta finalmente establecerse en el pequeño pueblo de Greiz en el cual Gunther permaneció hasta cumplir sus 19 años.

A los seis años de edad, a Gunther se le diagnostica con hemofilia - enfermedad de la sangre en que ésta no coagula- la cual milagrosamente no causó su muerte, pero le requería  mantenerse hospitalizado durante largos  períodos de tiempo. Esto hizo que brotara en él “una sensación de alienación e inconformidad”, como él mismo lo expresa. Su cotidiano rodeado de doctores y enfermeras le dejó tal marca que despertó su interés en la medicina.  Y el lanzamiento del Sputnik  –el primer satélite artificial lanzado al espacio en la historia de la humanidad- en 1957 cuando él tenía 12 años, lo apasionó al grado de impulsarlo hacia la ciencia.

En 1965, Gunther ingresó a la facultad de medicina en la Universidad de Jena, al sur de Leipzig, ciudad natal de los escritores Schiller y Goethe. Sus métodos poco convencionales y su personalidad estrambótica fueron notorios en su vida académica en la cual se le describía como “no siguiendo las labores de manera sistemática. Su imaginación frecuentemente lo hacía olvidarse de la realidad de manera que desarrollaba maneras muy impetuosas e inusuales de trabajar, pero nunca de manera que hubiesen dañado a la colectividad de su grupo de seminario, sino, por el contrario, motivaban al resto de sus compañeros a revisar su propio trabajo de manera crítica”.



Con ciencia política
Durante su vida universitaria, Gunther se cuestionó el sistema comunista y socialista del momento. Informándose más ampliamente a través de  los  medios de comunicación occidentales, participó en protestas estudiantiles contra la invasión de Varsovia a Checoslovakia, lo cual causó que las autoridades de Alemania Oriental lo encarcelaran durante dos años. Finalmente, a sus 23 años, el gobierno de Alemania Occidental pagó 20 mil marcos por su liberación.

Habiendo pasado 36 años de este hecho, von Hagens confiesa en una entrevista que por fin le ha encontrado el sentido y hasta se redime con esos años perdidos, ya que “las profundas relaciones que formé con otros prisioneros y los terribles aspectos de estar cautivo que tuve que sobrellevar a través de mi vida de fantasía, ayudaron a moldear mi sentido de solidaridad con otros, mi confianza en mi propia mente y cuerpo y mi capacidad de tolerancia. Todo lo que aprendí en la cárcel me ayudó posteriormente en mi vida como científico.”

Una vez que salió de la cárcel en 1970, von Hagens terminó sus estudios de medicina en la Universidad de Lubeck en el norte de Alemania. Al graduarse en 1973, hizo su residencia en un hospital de Heligoland para luego ingresar al Departamento de Anestesiología y Medicina de Emergencias de la Universidad de Heidelberg en donde se dio cuenta de que las rutinas de anestesiólogo eran demasiado tediosas para su mente inquieta. En 1975 se casó con su excompañera de clase Cornelia von Hagens. En ese mismo año empezó su servicio –carrera que duraría 18 años- como residente y conferencista  en el Instituto de Patología y Anatomía de esa universidad durante el cual inventaría la plastinación. “Mientras miraba una colección de especímenes  incrustados en plástico, que era la técnica más avanzada de preservación hasta el momento, me pregunté por qué el plástico se vertía y curaba alrededor de los especímenes en vez de empujado hacia adentro de las células, lo cual estabilizaría a los especímenes desde adentro permitiéndonos literalmente poder agarrarlos”, explica en una entrevista. Así, patentó su método y durante los siguientes seis años se dedicó de lleno a refinar su invento.

El proceso de plastinación explicado por su creador
“En el proceso de plastinación, lo primero que se hace es detener la descomposición embalsamando el cadáver con una inyección de formalina en las arterias en especímenes grandes, o sumergiendo especímenes pequeños en ella. Después de la disección, todos los fluidos corporales y la grasa soluble se extraen y se reponen con resinas reactivas y elastómeros como el hule de silicón y el epóxido. Después de que usamos los especímenes como modelos de valor didáctico óptimo, se curan con luz, calor o ciertos gases de manera que asumen rigidez y permanencia. Sigo desarrollando mi invención, ya que aún hoy en día no es perfecta”, dice en una reciente entrevista.

Toma 1500 horas disecar y plastinar un cadáver. Von Hagens mismo se tarda por lo menos 100 horas en asegurarse que cada pieza exhibida será una “obra de arte”, dice. “Hemos de trabajar como escultores visualizando el cuerpo completo en nuestra mente”. En el pasado hacía casi todo el trabajo él mismo, pero hoy en día ya cuenta con excelentes disectores a quienes ha entrenado y con quienes ha trabajado durante muchos años y ha  fundado su compañía BIODUR, la cual distribuye los polímeros especiales, el equipo y la tecnología usada en este proceso a instituciones médicas por todo el mundo. Actualmente más de 400 instituciones en 40 países utilizan su técnica de preservación para la docencia médica.

En 1992, von Hagens se casó con la -también médico- Angelina Whalley, quien hoy en día es la administradora de sus negocios así como la diseñadora de las exhibiciones globales de Body Worlds. Un año después, von Hagens fundó el Instituto de Plastinación con su sede en Heidelberg, el cual ofrece especímenes plastificados para uso didáctico y para las exhibiciones que hasta el día de hoy han sido visitadas por más de 34 millones de personas en ciudades de Europa, Asia y Norteamérica.



 
Polémicas y controversias anatómicas
En 1983, algunas personalidades de la Iglesia Católica le pidieron a von Hagens que plastinara el hueso del talón de San Hildegardo de Bingen (1090-1179), un místico, teólogo y escritor beatificado y venerado en Alemania, después de lo cual él ofreció plastinar el cadáver del Papa Juan Pablo II, lo cual suscitó serias discusiones y le negaron esa posibilidad.

En el 2002 condujo la primera autopsia pública hecha en 170 años en Inglaterra para un público de 500 personas en un teatro Londinense. Antes de hacerla había recibido una carta del inspector de anatomía de la reina  - autoridad oficial encargada de regular el uso educativo de los cadáveres- advirtiéndole que hacer una autopsia pública sería un delito que estaba decretado en el Acto de Anatomía de 1984. Pese a que entre el público había oficiales de la policía metropolitana, no intervinieron y la disección se completó. Después de ser televisada ese mismo año en el Canal 4 de la televisión inglesa a la cual le llegaron más de 130 quejas, se declaró oficialmente que el programa no había sido sensacionalista ni roto con ningún protocolo de transmisión.

Aunque los cadáveres que utiliza von Hagens son de gente que los donó y sigue donando para la ciencia y la educación (entre ellos, el de su mejor amigo) y las polémicas son inacabables, sus perseverantes esfuerzos  para seguir haciendo estas exposiciones enfentándose a  fuertes ataques y críticas que le cuestionan continuamente la procedencia de los cuerpos que utiliza y la moral de la vida, él está convencido que es la carga que le toca aguantar como anatomista público y maestro.
 
“Al anatomista se le asigna un rol específico; está obligado en su labor diaria a rechazar los tabús y convicciones que la gente tiene acerca de la muerte y los muertos. Yo mismo no soy controversial, pero mis exhibiciones lo son porque les  estoy pidiendo a los espectadores que trasciendan sus convicciones y creencias fundamentales acerca de nuestro ineludible destino”, detalla.
 
Ha sido invitado a dar  clases en China -considerado el país más avanzado en disección, en donde también fundó una compañía de plastinación- y en Nueva York; ha sido director del centro de investigaciones de plastinación en Rusia, y actualmente está diseñando el primer currículum anatómico en Estados Unidos que utilizará especímenes plastinados en vez de hacer disecciones.
 
“El cuerpo humano es la útlima naturaleza que queda en un ambiente hecho por el ser humano”, explica. “Mi esperanza es que las exhibiciones sean lugares de iluminación y contemplación y hasta de auto-reconocimiento filosófico y religioso, abiertas a interpretación, más allá de los antecedentes y filosofía de vida del espectador”.
 
Gunther von Hagens en 2012
Las exhibiciones de von Hagens mostrando cuerpos humanos plastinados en poses atléticas, sedentarias, artísticas, sexuales, rebanados en todos los cortes posibles, los sistemas del cuerpo aislados, órganos sanos y enfermos para poder hacer una clara diferenciación, órganos que incluso están accesibles para que el público los sienta y juegue con ellos, y más recientemente animales que van desde un tiburón hasta una jirafa, siguen recorriendo el mundo transformando la manera en que visualizamos la muerte.
 
Tiene “fábricas de cuerpos” en China, Kyrgystan, un laboratorio en Heidelberg, casas en Londres y Nueva York, y ahora se ha embarcado en el proyecto más grande de todos que es crear el más grande instituto de anatomía del mundo en una fábrica abandonada en Guben, un pequeño pueblo a dos horas de Berlín en la frontera con Polonia, además de haber creado una artística y por supuesto polémica figura de Cristo en la cruz como se hubiera visto revelando sus órganos.
 
Su más reciente serie de televisión inglesa se llama Autopsia: Sala de Emergencia, en la cual se examina el impacto de accidentes y ataques al cuerpo.
 
Este hombre multimillonario no tiene auto, usa ropa barata, economiza en vuelos aéreos y restaurantes y no está guardando su dinero para heredárselo a sus hijos que ya rebasan los 20 años,  ya que “he pagado su educación, pero no creo que subsidiar sus vidas los hará fuertes. Mi padre me enriqueció con sus ideas y valores claros, no con su dinero”, subraya. No cometiendo el error de tratar de llevar una vida convencional como lo hizo con su primera esposa, su segunda esposa con quien se casó en 1992 sabe de sobra que no ha de esperar llevar una vida tradicional con él.
 
Más de 8000 personas han ofrecido donar sus cuerpos para la plastinación de las cuales ya varios cientos han muerto y están embalsamadas. Hace un año a von Hagens se le diagnosticó con enfermedad de Parkinsons calculándole siete años de vida. El entrañable Doctor Muerte que hace un par de semanas lucía resplandeciente en una entrevista de televisión, dice no temerle a la muerte y por supuesto que quiere ser plastinado. Sus hijos también desean donar sus cuerpos para esta causa.
 
Da mucho más que decir y pensar este personaje, pero  por lo pronto me pregunto si yo donaría mi cuerpo. ¿Lo harían ustedes, queridos lectores? lokrohnen@yahoo.com.mx
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